miércoles, 30 de septiembre de 2009

Cuellos de moda

Lluvias torrenciales en el litoral peninsular, amenaza constante de gripe A, B, C y D, anuncio de Actimel informándonos de los peligros de tener bajas las defensas ante cambios bruscos de temperatura, frío, calor, calor, frío, ¿te suena no? Pues si no quieres pasarte una semanita metida en casa con fiebre por culpa de unas malditas anginas (que no por gripe A) la mejor solución que se me ocurre además de los consejos de toda la vida que no voy a nombrar porque la gran mayoría se los sabe al dedillo, es liarte un pañuelo al cuello. Todo esto lo decía por si necesitabas una excusa para hacerlo...


5 son las tendencias clave en lo que a moda ‘pañuelil’ se refiere. Así que si quieres que tu cuello, además de protegido, esté a la última, apunta. Se llevan las flores en múltiples versiones: elaboradas en punto de cruz, con estilo andaluz o muy street.


El influjo de lo oriental, siempre presente de alguna manera u otra en la moda también alcanza este invierno a los pañuelos. Borlas, estampados étnicos y motivos y formas que hacen volar la imaginación hacia el desierto así lo demuestran.


El print animal parece resistirse también a abandonar nuestros armarios. Así rayas de cebra, piel de serpiente y moteado de leopardo salpican las creaciones destinadas al cuello. Lo hacen de dos formas: respetando el color original de la piel del animal o coloreándola con total libertad.

En cuarto lugar encontramos los cuadros. Tipo paño de cocina, con influencias escocesas, más hippy o más infantil. Hay donde elegir. Y como ir de fiesta y no pasar frío no tienen porqué ser conceptos opuestos, los pañuelos se llenan ahora de lentejuelas, estrellitas, brillos, tachuelas y apliques en general. Es la tendencia deluxe.

Un lugar aparte merecen las bufandas porque cuando el frío apriete no será suficiente un pañuelo…

jueves, 17 de septiembre de 2009

Pensamientos junto al tendedero

Sube a la azotea llevando consigo un gran barreño lleno hasta los topes de ropa. Del brazo derecho le cuelga la cestita de las pinzas de colores. La mujer se agacha, deja el barreño en el suelo y coge la primera prenda que va a tender.

El gesto se repite incontables veces, una detrás de otra, una y otra vez más hasta que por fin los dedos de ella se topan con una sexy braguita de volantes. Una sonrisa pícara se dibuja en la cara de la mujer en el preciso instante en el que su mente vuela hasta lo ocurrido la noche anterior. Momentos de amor, escenas de pasión y un desenlace marcado por un éxtasis total protagonizan sus ardientes pensamientos.

Después la mujer mira hacia el horizonte: tejados de distintas alturas y colores, edificios altos y poderosos, anchas avenidas y pequeñas callejuelas, coches rugiendo feroces mientras siguen su loca carrera cotidiana, eso es la ciudad.

De repente la mujer siente frío y cae en la cuenta de que el verano se ha acabado. Coge el barreño y la cestita y da media vuelta. Tengo que hacer algo con mi vida, piensa mientras baja las escaleras de la azotea.