Cierta tarde de invierno y en compañía de una gran amiga y ex compañera de piso, encaminé mis pasos hacia ninguna parte. Dejamos que la conversación, profunda, con tintes psicológicos y con clara vocación de superación, nos guiase en nuestro tranquilo paseo de sábado por las calles de Madrid.
Así, entre confidencia y confidencia nuestros dos pares de ojos fueron a toparse con una ventana en la que dormitaban unos animalitos de piel rayada, con pinta de estar blanditos y de pedir a gritos un abrazo de oso.
Acompañando a tan lindas criaturitas había una familia de pequeñas plantas que parecían llegadas de un lejano planeta donde reinan la imaginación, el color y la inocencia. Entramos en lo que descubrimos era una galería de arte. Miramos, tocamos y nos dejamos deslumbrar por las divertidas creaciones de Sopa de Príncipe.
Bajo este nombre de sangre azul se esconde la argentina Verónica Longoni y su particular universo de muñecos y accesorios originales. Sopa de Príncipe intenta recrear el espíritu del juguete hecho en casa, aquel que ha sido pensado desde el afecto. De diseño simple y sin sofisticación es un primer objeto-juguete que al ser carente de toda tecnología y mecanismo invita a sus dueños a una participación activa y conserva, de este modo, la esencia de la capacidad creativa del juego. Sopa de Príncipe estuvo en 2007 en las tiendas del MOMA neoyorquino formando parte de la muestra “Destination Buenos Aires”, por algo será…